Este artículo apareció originalmente en USA Today el 8 de noviembre (i)
Los últimos puntajes de matemáticas y lectura en Estados Unidos mostraron disminuciones preocupantes debido a los daños causados por la pandemia y a los cierres de escuelas. Para muchos países en desarrollo, los impactos de esta conmoción son aún más graves, dado que se traducen en una crisis del aprendizaje que pone en peligro a toda una generación de niños
Nada menos que el 70 % de los niños de 10 años de las economías de ingreso bajo y mediano no puede leer ni comprender un texto básico; es lo que conocemos como “pobreza de aprendizajes”. Los déficits de aprendizaje ya eran considerables antes de la pandemia, pero se profundizaron cuando la COVID-19 paralizó los sistemas educativos de todo el mundo. Esta situación podría ocasionar enormes pérdidas de productividad e ingresos, y poner en peligro el bienestar futuro de una generación de niños y jóvenes. Los Gobiernos y la comunidad internacional del desarrollo deben actuar con rapidez y determinación.
Durante la pandemia, los estudiantes no lograron ninguno de los avances de aprendizaje habituales mientras las escuelas estuvieron cerradas, a pesar de los intentos por llegar a ellos mediante el aprendizaje a distancia.
Por ejemplo, durante los siete meses de cierres, los estudiantes de Malawi perdieron 18 meses de aprendizaje, dado que no aprendieron nuevas habilidades y olvidaron parte de lo que ya habían aprendido.Y en São Paulo (Brasil), una de las primeras grandes jurisdicciones en medir rigurosamente las pérdidas de aprendizaje, las disminuciones fueron tan grandes que los puntajes retrocedieron a los niveles de aprendizaje medidos hace 14 años en matemáticas y hace 10 años en lectura. También se han registrado grandes pérdidas en India, Bangladesh y México.
La mayoría de las escuelas ya han abierto nuevamente sus puertas, pero volver a la misma forma de enseñanza que antes de la pandemia no será suficiente para recuperar las pérdidas. A los estudiantes les resulta difícil seguir el ritmo de los docentes y de las clases. Corren el riesgo de perder el interés y de atrasarse tanto que terminen abandonando la escuela. Las niñas corren especial riesgo.
Para recuperar las pérdidas de aprendizaje y transformar la educación, es necesario seguir cuatro pasos:
Los países deben mantener las escuelas abiertas y aumentar las horas de instrucción semanales. En Kenya y México, por ejemplo, los Gobiernos han ampliado el calendario académico reduciendo los días feriados.
Para acelerar el aprendizaje, las instituciones deben ajustarse cuidadosamente al nivel de aprendizaje de los estudiantes. Un ejemplo de esto es el innovador programa Enseñar en el Nivel Adecuado (i), que se puso en marcha en India y en cuyo marco se agrupó a los niños según las necesidades de instrucción, y no según la edad o el grado.
Es fundamental hacer hincapié en el aprendizaje básico. La sobrecarga de contenidos de los planes de estudio puede ser un gran obstáculo para la recuperación del aprendizaje. Centrarse en la alfabetización, los conocimientos de aritmética y las habilidades sociales ayuda a docentes y estudiantes a orientar sus esfuerzos con mayor eficacia. Países como Sudáfrica y Chile están trabajando para orientar sus planes de estudio a mejorar el aprendizaje básico.
Por último —y lo que es más importante—,debemos lograr que la recuperación de la crisis del aprendizaje sea una de las principales prioridades políticas y que cuente con el respaldo financiero necesario. Muchos países redujeron los presupuestos educativos cuando cerraron las escuelas durante la pandemia de COVID-19. Los países deben elaborar programas específicos para mejorar los resultados educativos y las habilidades orientadas a brindar oportunidades de empleo a los jóvenes. Sabemos que, en este contexto de crisis de desarrollo superpuestas, los Gobiernos y las comunidades tienen dificultades para establecer prioridades en el uso de los recursos limitados. Sin embargo, también sabemos que las oportunidades de un futuro mejor están definidas por las inversiones actuales en educación.
Junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la Fundación Bill y Melinda Gates, Sierra Leona, el Reino Unido, y otros asociados, estamos haciendo un llamado urgente a asumir un compromiso para la acción sobre el aprendizaje básico. A través de este esfuerzo conjunto, los países se comprometen a invertir los recursos financieros y humanos necesarios para alcanzar sus propias metas nacionales de aprendizaje, y las instituciones internacionales se comprometen a apoyar activamente a los Gobiernos para reducir la pobreza de aprendizajes a la mitad en el mundo.
Si no se aborda, la crisis del aprendizaje podría convertirse en la peor conmoción para el capital humano de los últimos tiempos. Pero podemos evitar nuevos daños. Las familias, los educadores, los Gobiernos, los donantes, la sociedad civil y el sector privado deben trabajar juntos para apoyar a los estudiantes, los docentes y las escuelas.
Es mucho lo que hay en juego. Con un fuerte compromiso, tenemos la oportunidad de recuperar las pérdidas de aprendizaje, y de ayudar a una generación de niños y jóvenes a retomar el aprendizaje de las habilidades básicas que necesitan para un futuro prometedor.
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Presidente del Grupo Banco Mundial